Tiempo
- Carolina Celayo.
- 8 may 2018
- 1 Min. de lectura

Todo plazo se cumple. Y todo tiene un plazo. Toda persona en nuestras vidas tiene su tiempo, lo sepamos o no. A veces pasa, que no nos damos cuenta de los tiempos, somos conscientes de que las manecillas del reloj se mueven, giran y giran. El plazo se cumple. A veces intentamos meter a las personas en lapsos a los que ya no pertenecen. Fuera de tiempo. Y te das cuenta que ya no caben ahí por “X” o “Y” razón. Ahí me doy cuenta de los tiempos. Todos tienen un tiempo. A veces los tiempos de alguien son largos, otras veces son sumamente cortos, otras veces se prolongan al infinito, otras veces se resumen en un instante.

Intentar meter a una persona en un tiempo al que ya no pertenece es como intentar armar un rompecabezas con la pieza equivocada, no entra. Intentamos recuperar a las personas cuando los tiempos expiran, y las dejamos ir cuando era su tiempo. Otras veces prolongamos las despedidas... La vida se resume en las personas a las que les dijiste que “no” y era “sí”. Y a las que les dijiste “sí” cuando debía ser “no”. Ninguna relación transgredida por el tiempo se recupera. Las conversaciones se sienten forzadas, las motivaciones ya no existen, los te quieros se van. Los plazos se cumplen.
Los lapsos existen.
Los tiempos cambian. Todo el mundo tiene un tiempo. Nadie es el mismo de ayer.
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